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radición, mito
o leyenda son los relatos que desde tiempos inmemorables van de boca en boca
entre los habitantes de la selva, estremeciéndolos de pavor, especialmente en
las noches de luna cuando un abuelo los cuenta.
En lo profundo
de un bosque impenetrable por su exuberante vegetación, había un lago muy poco
conocido por los que vivían en las proximidades de ese lugar. Simulaba ser
sumamente tranquilo, apacible, en suma, un remanso de paz; pero,
lamentablemente era lo contrario. Así lo aseveraban quienes habían llegado a
él, pues sabían que tenía "madre" y que ella celosamente cuidaba ese
lugar, persiguiendo sin piedad al que por desgracia se atrevía a pescar en sus
aguas
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sí llegó
cierto día un pescador que siguiendo el curso de un riachuelo desembocó en él;
desde el primer momento que lo vio, se sintió feliz porque creía que era el
primero en llegar y pensó: al fin podré realizar una "pesca
milagrosa" en esta laguna olvidada, que debe estar llena de peces.
Infelizmente no fue así; al penetrar en el lago, lo primero que hizo fue ubicar
un lugar para arrojar su garrafa y aunque se sentía intrigado por el movimiento
del agua, siguió remando confiado; pero el vaivén continuo de su canoa, siguió
preocupándole hasta que sintió que algo salía del fondo del lago.
Rápidamente
volvió para averiguar… ¿qué era eso?, y vio una terrible cabeza, suspendida a
casi un metro de altura sobre la superficie del agua moviendo su monstruosa
figura de orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda. Inmediatamente dio
vuelta su canoa, metió su remo con fuerza hasta el fondo del agua para
impulsarse mejor y en esos instantes apremiantes para colmo de males, notó que
las plantas de la orilla venían a su encuentro, cerrándole el pase como si
obedecieran a no se qué designio; terriblemente asustado, giró su cabeza para
ver que ocurría con la fiera y comprobó que ella le perseguía a toda velocidad.
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n ese momento,
aterrorizado levantó sus ojos al cielo y clamó ayuda al Dios Todopoderoso,
convencido que él no podía hacer nada para librarse con vida de ese monstruo
lacustre. Y realmente, el Señor escuchó su súplica, porque inexplicablemente
cayeron al lago cuatro sachavacas peleando y mordiéndose como fieras,
produciendo un tremendo ruido.
Ese terrible
estruendo asustó a esa serpiente, que no era otra cosa que la terrible Yacumama,
que velozmente se sumergió en su lago. Incomprensiblemente, las plantas
acuáticas también volvieron a su posición inicial y todo quedó en calma, pues
hasta las sachavacas se escaparon viendo a la horrible Yacumama. El pescador
que advertía estupefacto todo cuanto sucedía. No quiso perder un segundo más, y
se alejó de este fatídico lago, antes que la Yacumama le cerrara el paso
nuevamente.
Lamentablemente
no llevó ni un solo pez, porque "la madre" de esa laguna no quiso
regalarle sus pacos, sardinas, sábalos, bujurquis, lizas y gamitanas.AI
respecto, se cuenta que cuando alguna persona común se acerca a las orillas y
penetra a esos lagos encantados, se desata sorpresivamente una tormenta
infernal que hace zozobrar la embarcación y la persona se ahoga irremediablemente
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